sábado, 28 de julio de 2012

BENITO JORGE URTEAGA

“Madre voy a las islas, no soy isleño.
Ay, madre no me llores, si es que no vuelvo.
Madre, puerta por puerta diles mi nombre.
Y cuando caigan todos los aldabones,
señálame la frente de los traidores…”

Miguel Ángel Pérez


Cuando se habla sobre los años de represión y masacres durante la última dictadura cívico militar en la Argentina, siempre hay alguien que reclama escuchar las dos campanas de la historia (como si sólo hubieran dos versiones o visiones de la misma).

De todos modos, y sin prestarme a la teoría de los dos demonios, me pregunto: ¿Cuál es la parte que falta contar?

Es sabido ya que nunca existieron dos demonios,aunque los ejecutantes de su voluntad son legión. Sólo hay uno. En aquellos años, oculto bajo la forma de un inculto estado policial, deshonró el derecho y la virtud de la humanidad persiguiendo, vejando, torturando, matando y desapareciendo sueños y personas que los portaban.

“¡Bárbaros! ¡Las ideas no se matan!”, decía uno de los promotores del desierto de sueños que dejaran otros genocidas de la Patria, poblada hasta las arterias heladas de mujeres y hombres, desde el origen, allá por 1879.

Y de la supresión de sueños jóvenes se trata cuando se habla de los años 70. De sueños jóvenes y de jóvenes, porque sólo los jóvenes se le atreven a los sueños y a una vida mejor que la que tenemos, estancada, si no empujamos a puras sonrisas y caricias el abominable presente que se atribuye el derecho de admisión -por parte de los poderosos,que tienen más poder que los gobiernos- al salón de los juegos colectivos en donde podríamos ganar todos si logramos abolir los privilegios de unos pocos.

En San Nicolás es fácil hablar de los civiles y militares golpistas y hasta reivindicarlos. En cambio “no da” o da miedo mencionar a los que se opusieron al oprobio. No se escuchan voces disidentes denunciando la vergüenza que fueron las muertes innecesarias e injustas.

Leyendo una antología publicada en nuestra ciudad encontré un texto que quiero compartir con ustedes. Habla o hace hablar a un “innombrable” por haber estado en la resistencia al régimen autoritario que arrasaba toda nuestra América Latina.

Es ésta la parte de la campana que hace falta escuchar.

“Mientras escribo estos manuscritos, aún siguen buscando mi cuerpo. No sé si lo encontrarán alguna vez. Lo cierto es que la muerte me encontró en el medio del horror, y ni siquiera tengo la esperanza de que el jurado crea que mi nombre debe figurar en una antología sobre los grandes personajes de esta ciudad. ¿Cómo decidir si Benito Urteaga, el guerrillero, es una rapsodia nicoleña o es ese tumor que quisieron borrar en los impecables días de lucha?
Un tumor. Una raíz podrida que ensució la urdimbre del tejido social, en aquel tiempo en que la muerte era un pan violeta sobre la mesa de todos, una gangrena que no se podía detener, porque nacía de los ovarios y los testículos de los nuestros.

Pero, tal vez, fui un hombre que buscaba otra forma de justicia. Un ángel inquietado por la furia de los desposeídos. Por la hambruna acumulada de los que vivían en casuchas miserables. Esos explotados de los que hablábamos con los amigos, alrededor de un vino. Hasta que alguien dijo que había que tomar las armas y surgimos de las palabras, para estallar en un enorme hongo de violencia.
Y fuimos violentos y violentados. Inquisidores y verdugos. Fuimos, quizás, solamente un grupo de jóvenes confundidos por una sociedad de valores trashumantes. Un grupo de muchachos que convirtió en batalla pública su propia batalla interior, ese descontento que nos hizo peregrinar las búsquedas porque no podíamos conformarnos con lo establecido.

Por eso corrimos detrás de un sueño, de una razón de vivir por la que uno pueda quedarse a la intemperie, con los huesos abiertos y la sangre en llamas. Y dos décadas después, quienes me lean (si es que me dejan formar parte de esta antología) podrán tener su propia opinión sobre mí. Podrán reivindicarme o condenarme, pero nunca decir que he sido un mercenario.
No sé porqué tengo necesidad de hablar. Es que estoy recordando fotografías del pasado. Mis caminatas por las calles nicoleñas. Mi guardapolvo y mi portafolio cuando iba a la escuela. Mi paso por el Colegio Nacional, y aquella despedida de soltero, cuando me dejaron desnudo en Savio y Ameghino, cuando me rodearon muchos de los que después me negaron. Y sin embargo no los juzgo, porque parecía que estaba infectado todo lo que tenía que ver conmigo, en aquellos años que me buscaban para convertirme en estandarte o en trofeo de guerra.
Y no volví ni para pedir perdón, ni para levantar mis banderas. Solo para recordarles que formo parte de la historia nicoleña. Nací de ustedes y viví entre ustedes. Soy un nudo en la memoria de mi gente.”

martes, 24 de julio de 2012

Clara, esta es Diana, tu mamá

Clara, en esta foto Diana tendría unos 13 años. Por esa época era alumna de Chicha en el Liceo Victor Mercante de La Plata. No imaginaba que un futuro iba a compartir el resto de su vida junto a tu papá Daniel Mariani y que fruto de ese inmeso amor nacerías vos. Lo primero que Daniel dijo de tu mamá fué era muy alegre, risueña y cariñosa. Ella era alta y delgada, tenía piel clara, cabello ondulado, ojos color miel, una hermosisma sonrisa, caminaba siempre apurada y se le patinaba un poco la letra "ese" al hablar.
Todos heredamos rasgos genéticos de nuestros padres... quizas en algunos de estos encuentres algo de vos.

jueves, 19 de julio de 2012

Isabel Carlucci de Fina




Otra identidad ha sido corroborada por los trabajos que se realizan en el Cementerio La Piedad. Restos que ahora se sabe bien son de Isabel. Tenía 23 años Isabel Carlucci de Fina cuando fue secuestrada y asesinada en agosto de 1976. Su cuerpo fue arrojado al río, emergió y luego fue enterrada como NN en La Piedad. Su hijo Iván habló con Rosario/12 sobre la historia recuperada.

[José Maggi] Isabel Carlucci de Fina, tenía 23 años el 10 de agosto de 1976 cuando fue secuestrada por un grupo del Ejército en Capitán Bermúdez. Al igual que Marité Vidal su cuerpo apareció flotando en el río Paraná en setiembre del mismo año -con evidentes signos de tortura y un embarazo de seis meses cuyo destino es incierto- y fue sepultado como NN en el cementerio La Piedad. Luego de un arduo trabajo de dos años y medio la fiscal federal Mabel Colalongo y Miguel Nieva del Equipo Argentino de Antropología Forense, la identificaron y entregaron sus restos a su hijo Iván Fina, abogado y responsable local de la oficina de Abuelas.
La causa se inició a partir de un relevamiento realizado por la Unidad de derechos humanos en los libros de registro del Juzgado Federal Nº 1 de Rosario que incluían el período 1975 1983. A partir de allí surgió la existencia de dos causas ubicadas en septiembre de 1976 por la aparición de dos cadáveres en el Río Paraná: el del 10 de setiembre resultó ser Isabel Carlucci y el del 12 Marité Vidal.
La causa actual se inició puntualmente en el mes de octubre de 2009, luego del relevamiento de la documental, los informes de rutina y se designó perito a Miguel Nieva: “En este caso puntual no se tomaron huellas dactilares ya que los cuerpos estaban en avanzado estado de descomposición y no era posible hacerlo. Por lo tanto se realizó solo una autopsia, y se enterraron como NN en el cementerio La Piedad”, explicó el antropólogo. “Y si bien las autoridades del cementerio decían que los restos ya habían pasado al osario, teníamos indicios de que no hubiese concretado, por lo cual excavamos estas dos sepulturas. Había restos diversos, y se separaron a aquellos pertenecientes a una mujer de poco más de 20 años”, agregó Nieva. En el mes de mayo de 2010 exhumó las sepulturas Nº 131 del Solar 75 que contenía los restos de Carlucci y el 135 Solar 75 donde estaba Marité Vidal, recuperándose los restos óseos correspondientes.

Según especula Nieva se optó por esta forma de “disposición final tal vez porque los cuerpos tenían signos de violencia muy fuerte y no podían aparecer en un enfrentamiento fraguado, por lo cual se decidió arrojarlos al río, envueltos en lona, fondeados con pesos atados. Y por alguna razón, el mismo río los devolvió y los sacó a flote. Es cuando la Prefectura los rescata del agua, y deja constancia en la comisaría del hecho”.
En el mes de julio de 2010 asumió la doctora Mabel Colalongo como titular de la Unidad. El 22 de setiembre se agregaron los partes de inteligencia del Archivo Intermedio del Archivo General de la Provincia de Santa Fe, cuyas copias fueron obtenidas por la fiscal. Se trataba de toda la documentación allí obrante, a partir de las cuales se pudo acceder a documentación confeccionada por la llamada “comunidad de inteligencia”. La documental fue analizada por su secretario Andrés Montefeltro.
El parte puntual del caso Carlucci indica “Informe de Inteligencia Diario Nº 3128/1976, fecha el 10.09.1976 al 13.09.1976. 3. Factor subversivo: a. Unidad Regional II (Rosario). (…) 4. Cadáver: a) El 11set76 personal de la Seccional 11º. Con colaboración de la Prefectura Naval Marítima de la ciudad de Rosario, procedieron a sacar de las aguas del río Paraná a la altura de la calle Gutiérrez, un cadáver del sexo femenino…”
Dentro de las medidas tomadas en el expediente se requirieron informes sobre el personal de la Comisaría 11º, informes de las empleados y jefes del Registro Civil que intervino en la partida de defunción NN, se tomaron testimoniales a los peritos odontólogos que oportunamente habían hecho la pericia sobre el cadáver: Pedro José Bollini y Donaldo Juan Feser y asimismo a quien en la época de los hechos era el director de la morgue Oscar Gervasio Sánchez.

En junio de 2011, Nieva presentó el informe de identificación correspondiente y se le notificó al hijo de Isabel Carlucci. El 30 de mayo de 2012 se concluyeron la totalidad de las medidas y se notificó a los familiares para entregar los restos.
Su hijo Iván la recuerda a su manera. “Isabel era mi mamá con todo lo que eso implica: la persona que me deseó, que junto con mi papá, hacían lo que pensaban para darme un futuro mejor. Uno sabe que estas cosas duran para siempre, más allá de lo que suceda. Isabel tenía 23 años, era militante del PRT/ERP, al igual que mi padre Víctor Hugo Fina. Mi madre era estudiante de Ciencia Política, y una mujer muy linda y muy querida”.
“Mi madre era empleada administrativa en Capitán Bermúdez de un taller mecánico que era como un service de autos de una concesionaria, que era de su cuñado y mi tío Roberto Mondoni. La firma era Antonio Mondoni SRL. Según me contaron fue un operativo bastante grande, llamativo en una ciudad pequeña, todos vieron algo y contaron. Un poco lo que pude reconstruir es por sus relatos. En principio lo que supe es que ese día la van a buscar, en un primer momento la confundieron con otra persona, y finalmente se la llevaron”.
La historia de Isabel, sin embargo sigue arrojando una duda sobre su hijo: el embarazo de seis meses que cursaba. “Era un embarazo avanzado pero tal vez no lo suficiente para dar a luz, más aún en las condiciones en las que debe haber estado. Por otro lado tampoco hay manera de afirmar científicamente, que este embarazo no se concretó, así que la posibilidad sigue abierta y mi sangre así como la de toda mi familia seguirá en al Banco de Datos Genéticos”, reconoció Iván.

Paralelamente la justicia federal siguió investigando las responsabilidades sobre las muertes de Carlucci y Vidal. Se remitieron los antecedentes a la causa “Klotzman…y acumulados”, a la que oportunamente se había acumulado la causa “Diaz Bessone, Ramón Genaro sobre privación ilegal de la libertad y homicidio a partir del pedido de la fiscal Colalongo en febrero de 2011, y que Rosario/12 publicara el 13 de marzo de 2011 bajo el título “Los últimos días del Ejército Revolucionario”.

Por todos estos hechos denunciados en febrero de 2011 que se acumularon a Klotzman- entre ellos los de Carlucci y Vidal al día de hoy se encuentran procesados: Jorge Rafael Videla, Ramón Díaz Bessone, Julio Ezequiel Franciulli, Eitel Aramis Ferreira, José Javier De La Torre, Alfredo Sotera, Jorge Alberto Fariña, Heriberto Lavallén, Marino Héctor González (Comandante de Cuerpo, Estado Mayor de II Cuerpo, integrantes del destacamento de Inteligencia 121) y Jorge Alfredo López, y los ex policías Federico Almeder y Rubén Oscar Jaime, Langlois, Lopez y Coronel. A su vez, se apeló la falta de mérito de otros cinco militares imputados: Horacio Guillermo Canestro, Edgardo Antonio Faur, Roberto Oscar Galuppo, Roberto Fossa y Enrique Benito Laurenti. También fue ordenada la detención de otros integrantes de la Policía Federal. Todos ellos por privación ilegal de la libertad, tormentos agravados, y homicidio entre ellos de Isabel Carlucci, Victor Fina, Marité Vidal, entre otros

La “Negra Lilí” Vega

La familia Thompson Vega y la Comisión de Familiares y Compañeros de Detenidos-Desaparecidos de Tres de Febrero informó que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó los restos de Josefina Elvira Thompson Vega (“Negra Lilí”), desaparecida durante la última dictadura. 

El próximo miércoles a las 11 se realizará una conferencia de prensa en la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Tres de Febrero, en Valentín Gómez 4726, de Caseros, para dar detalles de este hecho. El 11 de marzo de 1973 Josefina fue candidata a concejal en las listas del Frente Justicialista de Liberación Nacional (Frejuli). El 4 de junio de 1977 la secuestraron. Fue vista en el centro clandestino de detención El Vesubio, que funcionaba en las inmediaciones de la Autopista Riccheri y el Camino de Cintura. Fue enterrada como NN en el cementerio municipal de Lomas de Zamora.

domingo, 8 de julio de 2012

Carlos Waitz, actor secuestrado en el teatro



Los restos del actor Carlos Waitz, secuestrado en plena función teatral en enero de 1977 durante la última dictadura militar, fueron inhumados en el cementerio de La Loma de la ciudad de Mar del Plata.

Los restos de Waitz estaban en una fosa común del cementerio de Avellaneda junto a 15 cuerpos más, todos oriundos de Mar del Plata, según lo determinó un estudio realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Fernando Waitz, hermano de Carlos, recordó a Télam que el trabajo de identificación de sus restos “comenzó en mayo del año pasado, cuando nos extrajeron a la familia muestras de sangre para cotejar el ADN”.

El antropólogo forense Pablo Gallo acompañó a la familia de Waitz en la tarea de reconocimiento de los restos.

El hermano del actor indicó que “fueron 35 años de búsqueda, de no bajar los brazos, sabiendo que en algún momento lo íbamos a encontrar” y señaló que “mis padres han recobrado una gran energía con esto, mi madre estaba casi postrada y hoy está acá, ella ha tenido una fuerza impresionante”.

Tras realizarse una misa en la capilla San Patricio, perteneciente al Instituto Peralta Ramos, donde cursó sus estudios primarios y secundarios, los restos de Carlos Waitz fueron llevados al cementerio de La Loma, en la zona de Playa Grande.

El cuerpo descansará en ese lugar, hasta que se resuelva la petición realizada por su hermano ante el Concejo Deliberante para la construcción de un panteón en el mismo cementerio municipal.

En ese sentido, Fernando Waitz adelantó que “la municipalidad va a construir un mausoleo como el que se hizo en La Plata para que descansen aquellos cuerpos que vayan apareciendo” y refirió que “antes de fin de año va a estar terminado”.

“Ahora vamos a seguir luchando para encontrar a los 30.000 desaparecidos que aún no aparecieron”, completó.

El actor Juan Vitali, presente en la ceremonia, señaló que “llevamos en el corazón a Carlos Waitz, quien nos habrá de acompañar siempre” y expresó que “venimos a rendir el más emotivo homenaje, junto a su familia, que tiene un dolor antiguo pero redimido”.

“No se puede borrar de la faz de la tierra a ciertas personas y Charly está en la memoria de todos nosotros, no lo hicieron desparecer”, reseñó Vitali.

Por su parte Alejandra Rincón, de la Asociación Argentina de Actores, entregó a la familia una placa recordatoria y manifestó que “no conocí a Carlos pero sé que si estuviera con nosotros estaría en el gremio de actores porque fue un luchador”.

En tanto, la abogada Gloria León, querellante por los organismos de derechos humanos en los juicios de lesa humanidad contra represores en Mar del Plata y amiga de la Facultad de Derecho local de Carlos Waitz, sintetizó que “en aquellos años soñábamos con cambiar el mundo, hacer la revolución por un país mejor”.

Carlos Waitz fue detenido en el teatro “La Botonera”, que estaba ubicado en Rivadavia 3142, en el centro de Mar del Plata, en plena función teatral de la obra “Israfel”, de Abelardo Castillo, el 26 de enero de 1977.

miércoles, 4 de julio de 2012

4 de julio de 1976 – Masacre de San Patricio

En la madrugada del 4 de julio de 1976 fueron asesinados los sacerdotes de la comunidad palotina de la parroquia de San Patricio, en el barrio de Belgrano R. de la capital federal, Alfredo Leaden, Pedro Duffau y Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti.

El P. Leaden, de 57 años, era delegado de la Congregación “Sociedad del Apostolado Católico, fundada por San Vicente Palotti; el P. Duffau, de 65 años, era profesor; el P. Alfredo Kelly, de 40 años, era director de catequesis en Belgrano y profesor en el colegio de las Esclavas del Santísimo Sacramento; Salvador Barbeito, de 29 años, era seminarista, profesor de filosofía y sicología y además rector del colegio San Marón; y Emilio Barletti, seminarista y profesor.

La noche del crimen personas del vecindario vieron un automó¬vil Peugeot negro largamente estacionado frente a la parroquia, con cuatro hombres adentro y también un patrullero que se detuvo frente a ellos y luego se alejó.

Las primeras personas que a la mañana ingresaron a la parroquia encontraron sobre las paredes y una alfombra leyendas que des¬pués fueron retiradas. Las mismas decían: “Así vengamos a nues¬tros compañeros de coordinación federal” (en cuyo comedor se había colocado hacía pocos días una bomba) y “Esto pasa por envenenar la mente de la juventud”. De la parroquia desaparecieron objetos y papeles.

La comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal envió el 7 de julio de 1976 una carta a la junta militar, “sobre el incalificable asesinato de una comunidad religiosa”, con las exculpaciones de siempre. Pero no exigió una investigación ni aportó los elementos de prueba que constaban en la curia de Buenos Aires y en la nunciatura. Por el contrario, al igual que en los casos de Angelelli y Ponce de León, impuso silencio. El cardenal Aramburu demoró hasta 1978 la ordenación del seminarista sobreviviente Roberto Killmeate y le prohibió pronunciar sermones hasta 1.982.