miércoles, 21 de marzo de 2012

Un Jardín en las tierras de Juan Chelemin (*)


Ya voy llegando. Están allí. Hermosos cerros donde los colores térreos se mezclan alegremente con el verde de sus jarillales y cardonales, como guardianes del tiempo, custodian un bello pueblo llamado Belén. Enclavado en el oeste catamarqueño ese Belén querido, de gente alegre, dulce y buena me espera para el reencuentro. Después de 43 años vuelvo a sus tierras; siento que algo me llama y todavía no sé qué, o quién, ni por qué. Cálidas lágrimas humedecen los ojos de mi negra, mi compañera de ruta en este desandar de caminos, impactada quizá por el encanto de ese incomparable paisaje que kilómetro tras kilómetro comienza a embriagarnos.Todas las imágenes de aquellas Kacharpayas en siesta de plaza que nos despedían hasta el año que viene, hasta el próximo festival (1), salen de mis recuerdos, se agolpan en mi mente como diciendo ¡aquí estamos! una vez más. Ramitas de albahaca, harina y “agüita” decían ¡presente! aunque no fuera carnaval. El bandoneón de Fanor Agüero empieza a sonar y las voces del “Gringo Veliz, de “Perico” Romero, del gordo “Naco” Rueda inundan el aire con su trinar. La “Gorda” Castellano con su pelo azabache jugando al viento al escuchar los primeros acordes se hecha a danzar y sus preciosos ojos oscuros cautivan a más de uno que se mueren por ella al verla bailar. La Nuri Teme pasea sus perfectos y maravillosos encantos perfumando la plaza en aquel fin de festival. Hermosos momentos que con sus dulces aromas embelesan mi alma con solo recordar.Ya vamos llegando, cruzamos por Londres (2), un Londres que es nuestro; que tiene en su suelo, a 3 kilómetro de su plaza central, las ruinas del Shincal. Segunda capital del Tahuantinsuyo Incaico después del Cuzco, nos esperan encerradas en un profundo silencio, guardando el mensaje que nos tienen que dar.Me trajo mi “negra”, enamorada ella de todo eso que es mi sublime Catamarca natal. Aunque celosa de mis recuerdos, se prende al placer que me transporta en el tiempo y me acompaña en la emoción por volverme a encontrar con parte de mi vida, hecha  hoy recuerdo que vuelve despacito y con ganas de saludar.EL LLAMADOInvitado por la colega Gloria Robles –oriunda del lugar-, docente de las “escuelas del norte chico”, para dar una charla, humildes disertaciones en las que intento socializar lo poquito que conozco sobre educación, me encontré con lo que me estaba llamando.Con sus 64 años y el peso de una negra historia en sus ojos se sentó frente a mí y comenzó a contarme lo que siempre esperó salir a la luz; esa historia que me estaba esperando.Se llama Fresia Borda, y a Nelli Yolanda (la “Yoli”), su hermana, se la tragó esa serpiente de mil cabezas de nombre “Dictadura” y apellido “Militar” un 27 de enero de 1977.“Eran más o menos las 4 de la mañana de aquel 27 de enero cuando de pronto empezamos a escuchar gritos por todos lados. Las puertas de mi casa estaban abiertas como solían estar las puertas de todas las casas de un pueblo como este. Acá no había temores como para cerrarlas porque todos nos conocíamos. Nadie desconfiaba de nadie. Las puertas y ventanas abiertas siempre permitieron la entrada de las brisas refrescantes en las cálidas noches de verano.Tipos encapuchados y a los gritos ingresaban a las habitaciones y encandilándonos con sus linternas y pegándonos culatazos con sus armas nos sacaban al patio poniéndonos contra la pared.La casa estaba llena de gente, de pariente porque días antes se había disfrutado de un casamiento familiar.A todos nos fueron preguntando el nombre. Lo hacían de a uno y a los gritos, hasta que llegaron a mi hermana. Cuando ella dijo el suyo la agarraron de los pelos, la sacaron de la casa, la introdujeron en uno de los 2 “Renault 12” en los que habían llegado y partieron hacia el lado de Londres.Cuando dimos aviso a la policía pudimos comprobar  que todo estaba coordinado; ellos nada podrían hacer ya. En Londres estaban estacionados camiones del regimiento 17 de Infantería de la Provincia de Catamarca con tropas cubriendo la retirada de los Renault. Luego y para disimular, esos camiones del ejército llegaron a Belén y realizaron varias requisas domiciliarias con el pretexto de andar buscando traficantes de droga. Un militar conocido de la familia enterado del suceso se dirigió hasta responsable militar del operativo – el Mayor Basso- para preguntarle sobre el destino de Yolanda, recibiendo como respuesta que se trataba de ordenes superiores que venían de Tucumán y del Tercer Cuerpo de Ejercito; y le aclaró que era mejor que no preguntara más ni averigüe nada más; que lo mejor era que se olvide del suceso y de lo que había visto.Siempre intuimos que hubo cómplices en el pueblo. En esos años aquí había un intendente con alma milica; el «Chichi» Jais. La duda nos sigue acompañando. Nos quedó la espina de saber si no fue él quien “denunció” que mi hermana estaba aquí.”Fresia entrecruza constantemente sus manos con cierto nerviosismo como si aquellos horribles momentos estuvieran a punto de volver aterrorizando nuevamente el presente. Por momentos sus ojos se nublan por las lágrimas que trata de esconder como puede mientras intenta hacer pasar por su garganta ese nudo que en ocasiones hasta suele quitar la respiración.Luego continúa.“La Yoli estudiaba el Doctorado en Química en Tucumán y militaba políticamente en el PRT. Trabajaba de maestra en Tafí del Valle y era muy querida por la gente del lugar. Tan es así que cada 2 x 3 la elegían como madrina de bautismo de niños recién nacidos o de primera comunión. Nosotras andamos buscando a esos ahijados de la Yoli para conocerlos.Ella tenía una gran amiga que era novia de un policía. Pensamos que fue esa chica la que la «señaló» y la entregó.Cuando le pregunté sobre qué hicieron para buscarla, escuché un relato no muy distintos a los conocidos y contados por víctimas y/o familiares que intentaron encontrar a los suyos que se habían transformados en desaparecidos; el mismo discurso con los mismos argumentos en bocas de obispos cómplices y jefes militares cobardes; algo que se volvió una constante en boca de estos nefastos personajes.“Le mandamos muchas cartas a Menéndez (Luciano Benjamin) y jamás recibimos una respuesta. Primatesta tampoco presto atención a nuestros reclamos. Los que nos atendían, incluido Primatesta, siempre nos dijeron lo mismo ¿Por qué no nos preocupamos antes en saber en qué andaba nuestro hijo, hija para el caso de mi mamá?”En algún momento, ustedes ¿tuvieron alguna noción adonde podría estar Yolanda?“Un conocido nuestro, Tucumano – el Turco Asaf-, nos contó que en uno de los tantos allanamientos que se realizaban en Tucumán el cayó detenido y que a pesar de los inconvenientes, en uno de los centros clandestinos de detención que tenía la dictadura el alcanzó a verla; la reconoció y estaba seguro que era ella. Después no supimos más nada.Pero volviendo a Primatesta te quiero contar una anécdota que lo pinta de cuerpo entero. Nosotras solíamos ir a la Iglesia con los pañuelos blancos en nuestra cabeza. Primatesta dio la orden a los curas que no arrancaran con ninguna misa si nosotras no nos quitábamos nuestros pañuelos blancos. Como no lo hicimos, iglesia donde íbamos con nuestro pañuelo, cura que suspendía la misa.Solo el «Padre» Urquiza (un párroco lugareño) fue el que siempre nos alentó para que nunca cejáramos en nuestra búsqueda.”Cuenta la Historia que “El Tigre de los Andes” –así lo llamaron al cacique Calchaquí Juan Chelemin- fue el que primero sufrió aquel castigo que con el fin de escarmentar a los seguidores de cualquier jefe indio, los españoles solían infligir a los aguerridos caciques  enemigos;  la más terrible muerte: el descuartizamiento. 150 años antes que José Gabriel Condorcanqui –Tupac Amaru II- padeciera aquel frustrado intento por descuartizarlo haciendo tirar sus extremidades por cuatro caballos sin poder lograr el cometido (al final lo decapitaron para luego despedazarlo), Juan Chelemin lo padeció.350 años después y en tierras de Chelemin volvieron a resurgir las aves negras de la muerte para llevarse otra “almita güena”. Amparadas por la cómplice oscuridad nocturna, refugio de las más cobardes acciones, aquellas aves negras se llevaron a la Yoli  Borda, una maestra y simple militante de las causas justas. Algunos podrán decir “una zurda”, como yo agregar “como Cristo”. Una zurda que solo buscaba una vida más digna para los que padecen el rigor de la injusticia social, producto de ciertas decisiones puestas en práctica por los que generalmente se “sientan a DERECHA DE DIOS PADRE y actuando en su nombre solo se limitan a cuidar sus intereses alimentado su interminable codicia.En las tierras de Belén hay una plaza, y en esa plaza hay un jardín.Tres nombres tienen sus flores, las Flores de JUAN CHELEMÍN.

Por Victor Leopoldo Martinez - Email Comment Del.icio.us Digg Reddit Technorati Furl

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